|
La modelo Naomi Campbell. |
Las pasarelas siguen siendo un universo que dominan las modelos blancas
Por EFE
domingo 22 de septiembre de 2013, 15:07h
En
1973 se presentó en el palacio de Versalles el primer desfile con amplia
presencia de modelos negras. En los 80 y en los 90, Imán o Naomi Campbell se
encontraban entre las más cotizadas. ¿Por qué no se ha completado la
normalización y se sigue hablando en el siglo XXI de racismo en las pasarelas?
En
1973 se presentó en el palacio de Versalles el primer desfile con amplia
presencia de modelos negras. En los 80 y en los 90, Imán o Naomi Campbell se
encontraban entre las más cotizadas. ¿Por qué no se ha completado la
normalización y se sigue hablando en el siglo XXI de racismo en las pasarelas?
Hace
diez días, Naomi Campbell, quien fuera apodada como la Diosa de Ébano,
clausuraba en la Semana de la Moda de Nueva York el desfile de Diane Von
Furstenberg y dejaba a la altura del betún a todas sus sucesoras. Además de su
amistad con la diseñadora belga, Campbell rubricaba la llamada que Von
Fustenberg, como presidenta del Consejo de Diseñadores de Moda de Estados
Unidos, había hecho por la diversidad en la selección de modelos hacía cinco
años y que, a día de hoy, sigue sin surtir efecto.
Apoyada en cifras de la
anterior edición de la pasarela neoyorquina (que registraban solo un 6 por
ciento de las modelos fueron negras, frente al 82,7 por ciento de blancas) días
después, Naomi Campbell, junto con su predecesora en el mundo de las
supermodelos negras, Iman, y la veterana directora de una agencia de modelos,
Bethann Hardison, lanzaban una carta abierta hablando de "acto
racista" en la moda.
Denunciaban cómo diseñadores como Calvin Klein, Donna
Karan o Armani usaban una o ninguna modelo negra en sus desfiles y acusaban al
mundo de la moda de haberse acomodado en su lucha contra la igualdad.
"Hemos retrocedido", decía Iman en una entrevista con la cadena de
televisión ABC.
Echando la vista atrás, en noviembre de 1973, en el mismo
escenario donde María Antonieta pasó sus últimos días antes de ser decapitada,
el mundo de la moda quiso crear una auténtica revolución. Un encuentro en
Versalles entre diseñadores franceses, como Yves Saint Laurent o Hubert de
Givenchy, y americanos, como Oscar de la Renta, Anne Klein o Bill Blass, que
dinamitara las barreras y creara sinergias.
Mientras las casas de París
apostaron por la sofisticación, la gran aportación de la moda americana a una
industria y un arte acusados de "eurocentrismo" fue demostrar con una
alta presencia de modelos negras que éstas podían tener un papel más allá de la
cuota de exotismo gracias a rostros como el de Sandi Bass.
Los efectos fueron
casi inmediatos: en 1976 emergía la que fue la primera supermodelo negra, la
somalí Imán, precursora de la más famosa de todas, la británica Naomi Campbell,
que en la auge de las supermodelos formó el "cuarteto de oro" junto a
Claudia Schiffer, Cindy Crawford y Linda Evangelista. Waris Dirie, Tyra Banks,
Vanessa Williams o Veronica Webb empedraban el que parecía el camino hacia la
normalización.
Pero cuando se pasó el "boom" de las supermodelos,
comenzó también el retroceso en la igualdad de las modelos negras en las
pasarelas. En julio de 2008, Vogue publicó un artículo titulado "¿Es la
moda racista?" y hacía el primer llamamiento. Pero cinco años más tarde,
el New York Times, el 7 de agosto pasado, publicaba un artículo titulado
"El punto ciego de la moda".
¿Las causas? Diseñadores y agencias de
modelos se pasan la patata caliente, y no falta quien redirige un problema de
representatividad de la raza negra en las elites que excede el campo de la moda
(y, por ende, el concepto "modelo" tiene que ser representativo de
ello) o la excusa de que el blanco es una opción estética, por lo que pedir lo
contrario sería un atentado contra la libertad creativa.
Sin embargo, el auge
de las modelos asiáticas, vinculado directamente con la importancia de los
compradores de Asia en el mercado del lujo, parece no responder a esos mismos
argumentos, de la misma manera que diseñadores tan reputados como Jean Paul
Gaultier y Tom Ford han apostado por la diversidad y han triunfado.
En
declaraciones al New York Times, el brasileño Francisco Costa, director
creativo de Calvin Klein, aseguraba que hay pocas modelos negras cotizadas,
como Malaika Fith (el primer rostro negro en una publicidad de Prada), y que
respetar la cuota implicaría contar siempre con las mismas. Pero Riccardo
Tisci, diseñador de Givenchy prefería no hablar de racismo sino de un
sentimiento mucho menos meditado: pura vagancia. "Es más fácil que sean
blancas porque es a lo que estamos acostumbrados", aseguraba.