Madrid, abr (EFE).- La palabra mayordomo ha podido caer en desuso, pero no su actividad. Su vestuario se ha transformado, atrás quedaron frac y cofias. Impecable traje sastre para ellos y falda negra, hasta cubrir las rodillas, y blusa beige para ellas, son el uniforme que le sustituye.
"Personal assitant executive" es la nueva nomenclatura para definir al mayordomo del siglo XXI, una de las profesiones más requeridas dentro del sector del lujo, según Juan de Dios Orozco, consejero delegado de la Escuela Internacional de Mayordomos (iB'S).
Frac habitual que vestían los mayordomos de principios del siglo XX.
Trajes impolutos, un excelente cuidado en las formas, una sonrisa permanente y, sobre todo, un deseo de servir y atender las necesidades del otro parece que siguen siendo las máximas para triunfar en una profesión que está muy lejos de caer en el olvido.
Un oficio de hombres y mujeres "invisibles"
Un oficio de hombres y mujeres "invisibles", con una formación amplísima y muy especializada, que no se limita a servir la mesa, "dirigen personas y propiedades", y resuelven "antes de que se lo pidan" todas las necesidades de los señores de la casa, asegura Orozco, quien recibe solicitudes de todas partes del mundo para formar y proporcionar este exclusivo "personal de confianza".
Una profesión distinguida
El responsable de iB'S comenta que en otro tiempo ser mayordomo era una profesión muy considerada. "Requería mucha responsabilidad y estaba muy bien remunerada. ¿Quién a finales del XIX o principios del XX disponía de un despacho propio desde el que organizar a 10 ó 12 personas?", se pregunta. "El mayordomo", responde, el pilar de una mansión aristocrática donde el servicio y el protocolo era una señal de distinción.
Una circunstancia que se mantiene pues, según detalla Orozco, el salario mínimo de estos profesionales oscila entre 35.000 y los 100 mil euros anuales. "En Reino Unido en una casa con cierta capacidad económica puede llegar hasta los 170 mil euros".
En España "actualmente" hay muchos mayordomos
"En este trabajo no hay una dedicación parcial. Nos levantamos los primeros y nos acostamos los últimos", admite.
Aunque cueste creerlo, en España "actualmente" hay muchos mayordomos, personas con recursos para hacer la vida más fácil a clientes españoles, chinos, árabes o rusos.
Quién solicita sus servicios?
Hoteles de cinco estrellas, yates o mansiones de lujo son los que más requieren los servicios de un personal que lleva a su máxima expresión una actitud: "Siempre está, pero nunca se le ve".
Así define su profesión Jamila García, con una amplia experiencia como asistente de personalidades del mundo empresarial y político, que apunta que la psicología es un aspecto esencial en su profesión.
"En este trabajo no hay una dedicación parcial. Nos levantamos los primeros y nos acostamos los últimos"
"Tengo que estar informada de todo y adelantarme a las necesidades y deseos de quienes me contratan", comenta García, para quien la palabra "imposible" no existe, en un ambiente donde el dinero no es un problema.
Alguien para lo que nada es imposible
"Nada de lo te puedan solicitar es imposible, aunque pueda ser extravagante", y recuerda entre sonrisas cuando le solicitaron que cambiara un salón completamente decorado por un gimnasio, porque el que espacio habilitado como tal, a pesar de sus dimensiones, no "les parecía suficiente a los señores".
El director del Instituto Universitario de Protocolo en la Universidad Camilo José Cela, Carlos Fuente Lafuente, advierte que el protocolo que se establece entre quien mantiene ese servicio se asocia con lo "superficial", cuando la realidad es muy diferente.
"El 75% de las empresas del Ibex 35 aplican un protocolo y servicio en sus encuentros muy similar al de Downton Abbey"
"El 75% de las empresas del Ibex 35 aplican un protocolo y servicio en sus encuentros muy similar al de la serie Downton Abbey", señala, por muy lejanas que nos parezcan sus formas.
Mientras la serie establece el "protocolo del poder", de la diferencia entre clases, de las relaciones medidas y distantes, "hoy es algo muy distinto", asegura el que también fue jefe de protocolo de los Premios Príncipe de Asturias hasta 2013.
Fuente describe que en otra época el protocolo permitía cierta defensa frente a las desigualdades sociales, "incluso era un escudo, y servía para definir el papel de la mujer en la sociedad", que en esos años no gozaba de una posición en igualdad con respecto al hombre.
El protocolo estaba concebido como "una manera de cautivar a los invitados", era también una manera de afianzar a la aristocracia, que destacaba, como hoy, por un estilo de vida.
Admirador de "Downton Abbey", Fuente asegura que permite conocer el origen de las cosas que hoy describimos como buenas maneras. "Todos tenemos nuestro particular protocolo, incluso en la vida diaria", afirma.
Jamila García, una asistente personal actual, muestra cómo colocar la vajilla sobre la mesa. Zinkingon/EFE
"Antes era un protocolo que permitía cierta defensa frente a los acontecimientos", que define el papel de la mujer frente al hombre, "una manera de cautivar a los invitados" y de afianzar a la aristocracia, dice.
Admirador de la serie, Fuente asegura que permite conocer el origen de las cosas que hoy hacemos y que tienen que ver con las buenas maneras. "Todos llevamos un particular protocolo incluso en la vida diaria", afirma.
Vestir la mesa
Jamila explica, mientras compone una mesa, que el protocolo exige los guantes, para "no dejar huella alguna sobre cubiertos, normalmente de plata, o en las copas".
Sin embargo, la etiqueta indica que hay que dejar las manos descubiertas para servir, para que así los comensales contemple la higiene de quien les atiende.
La señora se sienta siempre de frente a la posición de salida de quien sirve. De esta manera, puede ir dando indicaciones "sobre la marcha".
Los cubiertos se colocan por orden de utilización, siendo los exteriores a los que corresponde al primer plato.
El tenedor y la cuchara para el postre se colocan en la cabecera de los platos con los mangos en dirección a la mano con la que se van a utilizar: cuchara hacia la derecha, tenedor hacia la izquierda.
Se sirve siempre por la derecha, "pero siempre hay excepciones", indica García. "Si los comensales están hablando, no es adecuado interrumpirles para servir el vino, por ejemplo", su experiencia le dice que es más adecuado estirarse que permanecer inmóvil ante la conversación o cortarla. No hay que olvidar: "Hay que estar sin que te vean".
Mayordomo parecía una profesión ubicada en el destierro de los oficios, que series como "Gran Hotel" y, especialmente, la galardonada "Downton Abbey" (cuya quinta temporada ya está disponible en DVD y Blu Ray) han conseguido rescatar de la memoria, pero que la realidad y el lujo nos desvela que solo ha cambiado de nombre y de traje. INMACULADA TAPIA EFE