Podrán cambiar las condiciones
socioeconómicas, las circunstancias políticas internas, los factores de poder
internacional, pero los estudiantes y su voz estrepitosa en el aire,
seguirán siendo los héroes de la jornada.
Las manifestaciones
estudiantiles en cualquiera de sus formas, estuvieron presentes en todos
los gobiernos adeco-copeyanos entre 1958 y 1998. Las causas y las
justificaciones varían; no así la manera de enfrentarlas, y por eso las
reacciones de los gobiernos de turno para reprimirlas, frenarlas o acabarlas,
casi siempre conllevaba al uso de la fuerza o conducían, por el choque, a más
violencia. Un error político recurrente, del que ningún gobierno, sea de
izquierda o de derecha, sale bien librado.
Durante esos cuarenta años,
basta hacer un recorrido por los periódicos de la época, para darse
cuenta que las noticias sobre la desaparición de algún estudiante, o
algún universitario o liceísta muerto en disturbios estudiantiles y enfrentamientos
con las fuerza del orden público no son una novedad reciente. Incluso debido a
circunstancias típicas de esos años, en que la universidad autónoma, además de
un lugar para el saber, era también un refugio de la subversión y de los
movimientos insurgentes, así como de la clandestinidad a la luz del sol,
algunos gobiernos decidieron intervenir a las universidades nacionales,
como ocurrió, por ejemplo con la UCV, allanada en mayo de 1964, bajo la
presidencia de Leoni, y posteriormente en octubre de 1969 siendo Rafael Caldera
presidente, con fuerzas militares y cierre incluido durante año y medio.
Durante
la década de los ochenta el movimiento estudiantil venezolano también estuvo
presente en el seno del movimiento popular. Esta vez, factores como el
incremento de la deuda externa, la fuga de divisas y la caída internacional de
los precios del petróleo, entre otras circunstancias sociales y económicas,
como el famoso" viernes negro" y los sucesos del Tazón,
conllevaron a varios episodios de disconformidad social.
Las manifestaciones
estudiantiles continuaron durante la década de los noventa, bien para tomar las
calles en protesta por el asesinato de catorce pescadores del estado Apure,
conocido como "la masacre de El Amparo", o bien para apoyar la marcha
de varias asociaciones de vecinos contra el gobierno, o enfrentarse a un nuevo
allanamiento de la UCV durante el segundo gobierno de Carlo A, Pérez.
Algunas cosas han cambiado
entre aquellas manifestaciones estudiantiles del siglo pasado y las que se han
dado, en lo que va de este siglo XXI, tanto contra Chávez como contra Maduro.
Una, es que la izquierda ya no se encuentra enconchada en las universidades
nacionales y ahora juega para el gobierno. Otra, es que los gobiernos de antes
no calificaban de "golpe de estado" las manifestaciones
estudiantiles, por más violentas que fueran. Por lo demás, con el arribo de
Chávez al poder, las causas del malestar estudiantil no desparecieron,
estuvieron tapadas por el hecho político, el fenómeno mediático, y el adormecimiento
de los problemas socioeconómicos con la abundancia de los petrodólares
repartidos en forma de misiones sociales.
Pero con un mañana incierto,
tomando forma de presente, de este presente aniquilador y desesperanzador, el
movimiento estudiantil, como tal, y los jóvenes de este país, en general,
tienen una causa que va más allá de la política, para protestar y
reclamar. Ya no se trata simplemente de un problema de izquierdas o de
derechas, de una lucha por el poder, sino por su futuro.
xlmlf1@gmail.com