Santo Domingo.- Su comportamiento, tanto en el ámbito político como en su vida pública y privada, es prácticamente impecable. En toda nuestra tumultuosa historia, no se ha documentado ningún otro caso que sirva de comparación en este sentido.
Con una notable habilidad política, Juan Pablo Duarte organizó La Trinitaria el 16 de julio de 1838. Este grupo se convertiría en la semilla del movimiento que posteriormente llevaría a la separación de Haití y a la creación de la República Dominicana.
Junto a los revolucionarios haitianos, participó en el derrocamiento de Boyer en 1843. No obstante, Duarte anhelaba algo más que simplemente destituir a Boyer; su verdadero objetivo era la independencia de la República Dominicana, y por ese ideal continuó su lucha.
Las intenciones de Duarte fueron conocidas por el gobierno haitiano, lo que llevó a que comenzaran a perseguirlo. Como resultado, Duarte se vio obligado a abandonar el país el 2 de agosto de 1843, partiendo hacia Venezuela junto a Pedro Alejandrino Pina y Juan Isidro Pérez.
Las responsabilidades de liderar la lucha se asignarán a Francisco del Rosario Sánchez y José Joaquín Puello, quienes contarán con el apoyo de Mella y otros miembros de los trinitarios. A medida que transcurrían los meses, la aspiración por la independencia dominicana continuaba fortaleciéndose. El 27 de febrero de 1844, los partidarios de Duarte proclamaron la independencia de la nación.
Santo Domingo.- El 2 de marzo, Juan Alejandro Acosta fue comisionado por la Junta Central Gubernativa para buscar a Duarte, Pina y Pérez, quienes se encontraban en Curazao. Al llegar, lo recibieron como un héroe nacional y, de inmediato, fue nombrado General del Ejército. Tras la consecución de la independencia, algunos dominicanos que mostraban escaso amor por la patria se opusieron a Duarte. El 15 de marzo, su llegada fue celebrada con un recibimiento apoteósico.
Con estas palabras lo recibe el Arzobispo Portes:
“¡Salve, Padre de la Patria!” Poco después, Pedro Santana expulsó del país a Duarte y a algunos de sus seguidores.
En 1861, la República Dominicana fue anexada a España por Pedro Santana. Sorprendentemente, en 1864, Duarte regresó y se unió a aquellos que se oponían a Santana en la lucha por una nueva independencia. Estos revolucionarios enviaron a Duarte a buscar apoyo para la Restauración en diversas naciones de América del Sur. Finalmente, se estableció en Venezuela, donde enfermó, alejado de la patria que ayudó a fundar. El 15 de julio de 1876, falleció en Venezuela, sintiéndose decepcionado y triste.