El mayor conflicto y responsabilidad que recae sobre nuestras presentes autoridades es armonizar cómo encarar el debate que se produce, consciente o subconscientemente, en las interioridades de cada jefe de familia perteneciente a los sectores menos favorecidos de nuestra sociedad: entre someterse a la cuarentena para no caer víctima de la eventual e inmediata mortalidad de la calamidad que nos amenaza o exponerse a ella impulsado por la imperiosa necesidad del hambre que los condenaría, a si y a sus familiares, a una muerte más segura e inmediata.