El fallecimiento del Papa Francisco este lunes 21 de abril marca el fin de una era histórica para la Iglesia Católica en América Latina. Como primer pontífice latinoamericano, su legado en la región es complejo y contradictorio, según los analistas consultados por ACI Prensa.
Su pontificado de 12 años se enfrentó a desafíos cruciales como las crisis democráticas en Cuba, Nicaragua y Venezuela, las migraciones masivas y los escándalos de abusos sexuales en la Iglesia, dejando una huella profunda en el catolicismo latinoamericano.
Durante tiempo al frente de la Iglesia Católica creó 149 cardenales, de los cuales 32 son latinoamericanos: 23 de ellos serán electores en el próximo cónclave.
La elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa el 13 de marzo de 2013 generó una ola de esperanza y entusiasmo en Latinoamérica. Sin embargo, con el paso de los años, la percepción positiva de los católicos latinoamericanos hacia el Pontífice fue disminuyendo. Según una encuesta del Pew Research Center publicada en septiembre de 2024, la popularidad del Papa Francisco en la región cayó significativamente a lo largo de la última década, siendo Argentina el caso más notorio: allí, la aprobación pasó de un 98% en 2013 a un 74% en 2024.
Otros países encuestados y donde se registró un descenso fueron Colombia (del 93% al 88%), Brasil (del 92% al 84%), México (del 86% al 80%), Perú (del 83% al 78%) y Chile (del 79% al 64%).
Sin embargo, en los seis países la mayoría también consideró que Francisco representaba un mayor cambio para la Iglesia Católica.
Una Iglesia de América para el mundo
Como Papa, el Cardenal Bergoglio llevó a Roma su experiencia pastoral latinoamericana, haciendo que la Iglesia en el continente dejara de ser “una ‘Iglesia-reflejo’ de la europea” e iniciara el proceso “de ser una ‘Iglesia-fuente’”, destacó Rodrigo Guerra, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina.
En entrevista con ACI Prensa, explicó que “esto puede constatarse fácilmente mirando con atención” la primera exhortación de Francisco, Evangelii gaudium, o el Sínodo de la Sinodalidad, que “poseen el aire de familia eclesial-latinoamericano, y simultáneamente, ambas cosas ya son patrimonio de la Iglesia universal”.
Guerra también destacó el legado de Francisco en su enseñanza social, que “recupera y hace madurar muchas de las intuiciones más queridas de la experiencia de la Iglesia Católica latinoamericana”, como son “la opción preferencial por los pobres, entendida como una opción cristológica y no partisana”, su “fuerte crítica a toda ‘colonización ideológica’” y la “‘espiritualidad popular’ como verdadera acción teologal de Dios en el pueblo creyente”.
Por su parte, el doctor en Estudios Latinoamericanos Jorge Trasloheros explicó que la guía pastoral que Bergoglio aplicaría en el mundo se puede ver en el documento de Aparecida —en el que el entonces arzobispo argentino tuvo una participación importante—, y cuya “consigna es que todo católico tiene que ser un discípulo y misionero de Cristo”.
Se trata de un documento en el que “no hay una consigna política propiamente, como sí pudo haber en las anteriores conferencias episcopales”, sino que anima al católico a ir en “búsqueda de las periferias” de la humanidad.
Además, otra característica latinoamericana del Papa Bergoglio ha sido el desafiar a la gente y “el asunto de la sinodalidad”. Aparecida llama “a aprender a caminar en comunidad y la sinodalidad es este caminar en comunidad”, afirmó.
Trasloheros aclaró que el pontificado no consistió en “hacer de la Iglesia Universal una América Latina, sino que los aportes de la experiencia del Episcopado Latinoamericano sirvan para inspirar muchas iniciativas dentro de una Iglesia europea totalmente agotada, la Europa que llamamos occidental, en Iglesias florecientes como la africana, como la asiática, en Iglesias un poco cansadas como las de América Latina”.