El lanzador panameño Mariano Rivera tiene los récords de más
juegos salvados tanto en la temporada regular como en los playoffs.
EFE | Martes 24 de septiembre de 2013
Siempre
se ha dicho que las despedidas y los homenajes a los deportistas suelen ser
momentos de reconocimiento, pero también de tristeza y nostalgia. No fue el
caso de lo vivido con el cerrador panameño Mariano Rivera que protagonizó el
más grande, espectacular y alegre que se recuerda.
El
mundo del béisbol, a pesar de estar en la recta final de la temporada regular y
en la lucha por entrar a los playoffs, centró su atención en el Yankee Stadium
el pasado domingo, donde cerca de 50.000 espectadores durante 50 minutos
vivieron un acto único de principio a fin.
Rivera, de 43 años, que deja el
béisbol tras 19 temporadas que le convirtieron en el mejor cerrador de todos
los tiempos tanto en la competición regular (652) y en la fase final (42)
inició la jornada especial del "Día de Mariano Rivera" con la
retirada del No.42 que siempre vistió con los Yanquis, el único equipo con el
que jugó como profesional.
El último que tuvo el honor de vestir el No. 42 después que
fuese retirado el del legendario Jackie Robinson, el primer pelotero
afroamericano que jugó en las Grandes Ligas y que lo hizo con los Dodgers de
Brooklyn, el equipo rival de los Yanquis, que militó en la Liga Nacional. De
ahí que en la ceremonia del descubrimiento del No.42 en el Parque de los
Monumentos, Rivera y su familia estuviesen acompañados por Rachel, la viuda de
Robinson, y su hija Sharon, que vivieron con emoción el gran homenaje que se le
ofrecía al cerrador panameño.
Luego llegó el momento de hacer la salida hacia
el centro del diamante del Yankee Stadium, donde le esperaban la mayoría de los
grandes excompañeros que Rivera ha tenido durante su carrera y lo hizo con la
tradicional canción de "Enter Sandman" que siempre le acompañó cuando
abandonaba el bullpen rumbo al montículo para sacar los tres últimos
"outs" de los partidos.
Esta vez, fue la propia banda de rock
Metallica la que se encargó de introducir a Rivera ante el delirio de los
aficionados y la felicidad de Rivera, que caminó majestuoso y lleno de
confianza para comenzar un acto lleno de clase y emotividad. Rivera volvió a
dar otra clase magistral de formación, control y personalidad al tener un
discurso perfecto en la forma y en el contenido, comenzando con el
agradecimiento hacía su familia por el apoyo y el "aguante" que
habían tenido tanto tiempo.
Palabras llenas de amor y respeto hacia su esposa
Clara, y sus hijos Mariano Jr., Jafet y Jaziel, a los que abrazó uno por uno. Lo
propio hizo con los inolvidables excompañeros, como los puertorriqueños Jorge
Posada y Bernie Williams, Paul O'Neil, el cubano Tino Martínez, el japonés
Hideki Matsui, Jeff Nelson, Gene Michael, David Cone, John Wetteland y Gene
Monahan.
A todos les dio las gracias por el apoyo que le ofrecieron y porque
siempre serán su familia, lo mismo que los actuales compañeros a los que
emocionó con sus palabras, especialmente a un hombre como el veterano
campocorto Derek Jeter y al segunda base dominicano Robinson Canó.
Su mensaje
de agradecimiento fue directo y profundamente emotivo cuando se refirió al
exdueño de los Yanquis, George Steinbrenner, de quien dijo que sin la
oportunidad que le dio de jugar con el equipo nunca podría haber llegado tan
lejos como profesional. También dio todo el reconocimiento al mítico Robinson
como el héroe que le hizo luchar por su sueño de triunfar en el béisbol
profesional y ser el símbolo del gran país que representa Estados Unidos.
Robinson
también recibió el reconocimiento por parte de los Yanquis al ser colocada una
placa de bronce en el mismo lugar donde está el número de Rivera, lo que el
pelotero panameño calificó de "esto es América".
Pero Rivera guardaba
lo mejor del discurso para dedicarlo a su patria, Panamá, y especialmente a su
pueblo, Puerto Caimito, del que dijo que se sentía orgulloso y los
"amaba" porque siempre lo han apoyado y los lleva en su corazón. Lo
mismo que cuando se refirió a los Yanquis como "una gran, gran
organización", y a los aficionados del equipo "los mejores", y
por eso concluyó: "vamos a jugar, os quiero a todos, muchas gracias".
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