Para José Antonio Choy, artista plástico y arquitecto, las ciudades y las formas arquitectónicas son el resultado de procesos complejos y significativos del pensamiento. Desde su visión como creador, tanto la arquitectura como el arte, no emerge del vacío. En este sentido, podemos interpretar que las ciudades invisibles son ideas que habitan los contextos que le dan forma. Ellas son herederas del tiempo y del espacio que las constituyen. Las ciudades albergan curiosidad, combinan anhelos y miradas disímiles, son testimonios de lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos.
Cada una de las pinturas conforma una totalidad integradora, su conjunto articula un relato visual de la voluntad humana y su devenir, dominado por el azar, al tiempo que se erigen como destino insoslayable: lo humano expulsado del territorio edénico obligado a imaginarse de forma reiterada para crear un nuevo paisaje habitable: la ciudad moderna.
Las Ciudades Invisibles en la encrucijada del I Ching son una apología de la sensibilidad de la humanidad arrojada a los dilemas de su devenir contemporáneo. Allí radica, en parte, el sentido y pertinencia de estas ciudades invisibles, que solo han visto los visionarios y exploradores de nuevos horizontes, como lo ha hecho Choy a través de sus pinturas.