Durante su homilía, el Pontífice explicó la importancia de luchar en contra del espíritu del demonio quien hace que las personas se obstinen y discutan o tengan enemistades. “Es el diablo quien hace la obstinación. Siempre. Detrás de cada obstinación, se encuentra el demonio, para destruir la obra de Dios. Detrás de una discusión o una enemistad, puede ser el demonio, de lejos, con las tentaciones normales, pero cuando hay obstinación, no dudemos, está la presencia del demonio”.
Por ello, el Papa señaló que “la obstinación es sutil, sutil. Pensemos cómo el demonio no se ha obstinado solamente con Jesús, sino también en las persecuciones de los cristianos. Cómo ha buscado los medios más sofisticados para conducirlos a la apostasía, a alejarse de Dios. Esto es, como nosotros decimos en el lenguaje cotidiano: ‘esto es diabólico’. Sí. De inteligencia diabólica”, remarcó.
“Pidamos al Señor la gracia de luchar contra el mal espíritu, de discutir cuando debemos discutir, pero delante al espíritu de la obstinación, tener la valentía de callar, y dejar que los otros hablen. Lo mismo delante a esta pequeña obstinación cotidiana de las habladurías, dejarles hablar, en silencio delante a Dios”, concluyó.