El conductor del tren siniestrado ha quedado en libertad
provisional sin fianza
EFE | Lunes 29 de julio de 2013
Francisco
José Garzón Amo, maquinista del Alvia accidentado en las inmediaciones de la
estación de la capital gallega, ha reconocido ante Luis Aláez, titular del
juzgado número tres de Santiago, que el tren superaba el doble de la velocidad
permitida en la curva de A Grandeira, limitada a 80 km/h.
El
conductor de ese convoy, al que se le imputan 79 delitos de homicidio y una
pluralidad de delitos de lesiones, todos ellos cometidos por imprudencia
profesional, según ha informado el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia
(TSXG) en un comunicado de prensa, ha quedado anoche en libertad provisional
sin fianza.
Han sido fijadas para él
medidas cautelares tras admitir que la causa de este trágico siniestro,
registrado la tarde noche del 24 de julio en el barrio de Angrois, ha sido una
negligencia suya por un despiste. Así, está obligado a comparecer con una
periodicidad semanal ante el juzgado que se designe, y tiene prohibido salir
del territorio nacional sin autorización judicial durante seis meses. También
se le ha intervenido de forma cautelar la licencia profesional para la
conducción de ferrocarriles por igual plazo.
El TSXG ha señalado en esta nota
que el paso a disposición judicial se produjo a las 7:00 de la noche de ayer, domingo,
y que en primer lugar se realizó en dependencias judiciales una diligencia
relacionada con su teléfono móvil. Fuentes próximas al caso han dicho a Efe que
la Policía ha estado analizando el tráfico de llamadas de sus terminales, tanto
del celular privado como del corporativo, para determinar en qué momentos del
pasado 24 de julio los había utilizado, y si pudo hacer uso de ellos momentos
antes del trágico suceso.
También han comentado las mismas fuentes que este
mecánico, natural de Monforte de Lemos (Lugo), en las llamadas al servicio de
incidencias 24 horas de Adif, sin conocer la dimensión del descarrilamiento del
convoy, habría dicho: "Soy humano, somos humanos", "espero que
no haya muertos porque caerán sobre mi conciencia".
Son 79 los fallecidos
confirmados. El último deceso se ha producido este domingo, el de una ciudadana
estadounidense de origen puertorriqueño, Myrta Fariza, que estaba ingresada en
el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS). En los distintos
centros médicos continúan un total de 70 personas, de las que 22, según el
último parte de la Consellería de Sanidad, se encuentran en estado crítico,
entre ellas dos menores.
Garzón Amo ingresó tras el siniestro en el CHUS con un
traumatismo torácico y no pidió allí asistencia psicológica. Estuvo custodiado
por agentes y acompañado por su madre, que está enferma, y rechazó testificar
ante la Policía, que en este centro médico le informó de que estaba detenido y
le leyó sus derechos.
Las mismas fuentes consultadas por Efe han dicho que,
tras acogerse desde la cama del hospital a su derecho a no declarar, estalló en
sollozos y se interesó por el estado de los "pobres" viajeros. Ese estado
de abatimiento se ha repetido en su testimonio ante el magistrado instructor,
que se prolongó cerca de dos horas. Garzón Amo, a quien en el interrogatorio
judicial se le ha preguntado varias veces sobre el motivo por el que no llegó a
frenar el tren, ha asumido toda la culpa del accidente que ha atribuido a una
distracción, añaden las fuentes.
Ninguna de las partes personadas solicitó
prisión para él al no apreciarse riesgo de fuga ni de destrucción de pruebas, y
tampoco de reiteración delictiva.
"¡Me
quiero morir, no quiero ver esto! ", decía el maquinista, según la versión de
un testigo
Evaristo Iglesias, el hombre que ayudó a socorrer al maquinista
justo después del accidente ferroviario de Santiago, José Francisco Garzón,
recuerda que el operario solo repetía: "¡Me quiero morir, no quiero ver esto!".
Evaristo, vecino del barrio compostelano de Angrois, estaba en su casa, a
apenas veinte metros de la vía dónde sucedió el accidente.
Inmediatamente, se
acercó a las vías, y fue quien socorrió al maquinista y lo acompañó al campo
dónde se encontraba el resto de los heridos. "Yo lo acompañé unos treinta
o cuarenta metros", ha dicho en declaraciones a EFE, en las que ha
explicado: "Él iba con la cara ensangrentada y solo repetía que se quería
morir, que no quería ver aquello, y que hubiese sido mejor que le pasara a
él".
Evaristo también ha manifestado que el maquinista reconoció "que
venía con un poco de exceso de velocidad" y "que tenía que haber
reducido". "La policía vino a por mí para declarar en la
comisaría", ha indicado, por lo que se encuentra a la espera de que el
juez lo cite. Su recuerdo más recurrente -confiesa- es la gente, "gente
muerta, gente herida, gente de todas las maneras".
Su esposa, Pilar
Monteiro, también se encontraba en la casa, justamente trabajando en la huerta
con vistas directas al lugar accidente del tren, al que oyó llegar. "Dije
yo -agrega-, esto viene disparado, porque fue una cosa que lo ves, y fue un
visto y no visto".
Pilar contrasta la rapidez del convoy accidentado con
los que está acostumbrada a ver pasar todos los días, en los que, ha detallado,
hasta le da tiempo de contar los vagones. "Yo lo vi y dije: ¡Dios mío! Todo
cables, chispas y humo. Sonaba como un avión que iba despegar", declara a
EFE.
La vecina ha contado que inmediatamente fue por el pueblo avisando a los
vecinos, que pensaban que el ruido procedía de una bomba. "Tuve que
decirles que no, que el tren había descarrilado", agrega. Pilar cuenta,
que junto con sus vecinos, fue al lugar del desastre: "Al llegar, ya vimos
gente muerta, gente pidiendo auxilio". Calificó de horrorosa la situación,
en la que los vecinos fueron a sus casas a por mantas y toallas para tapar a
las víctimas.
"Estaba toda la gente mal. Levantabas uno y se te moría. Y
justo también venía (en ese tren) una prima mía, que ahora está
ingresada", rememora. Pilar no sale de su sorpresa: "Fue una cosa que
no te lo puedes ni creer, que pase esto en una aldea tan pequeña. Angrois
bendito, pero el tren maldito".
La vecina de Angrois ha relatado que la
primera vez que pasó el tren después del accidente fue un "mazazo" y
que se preguntaba "¿por qué éste va despacio?; ¿por qué no vendría el otro
así?; ¿cuánta gente se salvaría?". "Ahora ya pasan más despacio
porque hay gente trabajando. Pero bueno, tener que vivirlo cerca, tener que
verlo siempre, esto es horrible", afirmó la vecina afectada.
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