En el calendario de República Dominicana hay una cita muy importante para nuestro desarrollo. Por supuesto, me refiero al inicio del año escolar 2024-2025.
Este ciclo encuentra a unas autoridades enfocadas en dar respuesta a las múltiples demandas que tiene la población-que sabe-que solo con la educación podemos alcanzar el progreso tan soñado. Pero, tenemos que ser realistas, los retos para elevar la calidad de la educación en el nivel inicial, básico y medio son cada vez mayores.
Desde los contenidos que recibirán nuestros estudiantes, la infraestructura y seguridad de los centros educativos, la seguridad alimentaria hasta la sana convivencia entre sí; el déficit de escuelas y el alto costo de los útiles forman parte de la lista inextensa de retos que tiene nuestro país para que este período se desarrolle de manera normal.
Pero también es cierto que los desafíos llegan para que fijemos nuestra mirada en las metas y compromisos que debemos honrar para pasar con excelentes calificaciones numéricas y de buen comportamiento.
Las expectativas son muchas si tomamos en cuenta que cada infante que recibe el pan de la enseñanza representa un rayo de esperanza para que nuestro país siga teniendo buenos médicos, ingenieros, arquitectos, contables, artistas, pintores; así como también los astronautas que eleven la bandera dominicana más arriba mucho más.
Para eso también es necesario educar en áreas importantes como la salud física y mental, la educación ambiental, el respeto a nuestros símbolos patrios, al civismo, el correcto manejo en las calles del país y en las actitudes blandas que se apoyan en los valores que nos hacen mejores seres humanos.
Sigamos apoyando a los 2.6 millones de estudiantes del sector público que de lunes a viernes salen de sus hogares para abrazar su fe en la educación, consientes además de que en un futuro no muy lejano estaremos recogiendo los frutos del amor, la sabiduría, el respeto, el orden y la perseverancia.
Frente a esta realidad, también debemos elogiar a los padres y madres que llevan a sus hijos a las escuelas, que le dedican tiempo para hacer sus tareas; a los maestros que aportan su sapiencia para enseñar a nuestra población estudiantil del presente y el futuro.
Todos tenemos que hacer de este reto un compromiso por el bienestar de nuestro país. Y es que, cuando el 20 junio de 2025 terminemos este año escolar, nuestra gran satisfacción será que los niños, niñas y jóvenes alcancen un aprendizaje que les permita afianzar sus conocimientos y habilidades con miras a tener los profesionales extraordinarios que merece nuestra nación.