En Pakistán hay unos 4 millones de cristianos.
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Miembros de la minoría cristina paquistaní protestan el lunes 23 de septiembre de 2013 en Karachi contra el atentado suicida del día anterior en Peshawar. |
Radicales talibanes conmocionan Pakistán con el asesinato de más de 80 cristianos
Por EFE
martes 24 de septiembre de 2013, 17:53h
Pakistán
amaneció el lunes conmocionado por la peor matanza cometida por los talibanes
contra la comunidad cristiana, que costó la vida a más de ochenta personas y
pone en jaque la estrategia de diálogo del Gobierno con los radicales. El
último recuento ha elevado a 82 el número de fallecidos, que aún puede subir
dado el estado crítico de varios de los más de 140 heridos ingresados en
hospitales de la localidad noroccidental de Pesháwar, en una de cuyas iglesias
se produjo la masacre.
"No
teníamos palabras ante el horror que teníamos delante", explicó ayer a Efe
el director de la Liga Interconfesional de Pakistán (APIL), el cristiano Sayid
Ishaq, quien visitó ayer junto a diversas autoridades regionales a las víctimas
hospitalizadas. "No es solo un atentado contra nuestra minoría, sino
también contra la humanidad de este país", dijo Ishaq, quien calificó la
situación tras el ataque "como la peor sufrida hasta ahora por los
cristianos paquistaníes".
Miles de miembros de la minoría cristiana -que
agrupa a unos 4 millones de fieles- se manifestaron ayer en las principales
ciudades del país asiático en protesta por la masacre y en demanda de mayor
protección del Estado ante la violencia de los radicales. Las protestas de ayer
entorpecieron el tráfico esta mañana en algunas zonas de Lahore, Karachi e
Islamabad, pero no han revestido apenas carácter violento.
En Pesháwar las
manifestaciones congregaron a varios centenares de personas, algunas de las
cuales lanzaron pedradas contra los ventanales del hospital Lady Reading, donde
se encuentra el grueso de los heridos por el atentado. Según medios locales,
los manifestantes alegan que la falta de personal sanitario en ese y otros
centros de la ciudad provocó la muerte de numerosos heridos.
El atentado
suicida del domingo, en el que dos insurgentes talibanes hicieron explotar
sendas cargas a la salida de la misa dominical en la iglesia de Todos los
Santos, ha provocado enérgicas condenas tanto dentro como fuera del país. El
papa Francisco y el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon,
mostraron su repulsa por el ataque, mientras que dentro del país la condena ha
sido unánime y ha revelado contradicciones en la clase política por su
intención de negociar con los radicales.
"A causa de esto (el ataque), al
Gobierno le es imposible avanzar en lo que había planeado y deseado",
afirmó ayer el primer ministro, Nawaz Sharif, desde Londres camino de Nueva
York, adonde se dirige para asistir a la Asamblea General de Naciones Unidas. Sharif
se refirió a la mentalidad de los terroristas como "brutal e
inhumana" y calificó a los talibanes como "enemigos de
Pakistán", a pesar de lo cual el jefe de Gobierno ha sido uno de los
principales defensores del diálogo con ellos.
El otro gran valedor de las
negociaciones ha sido el líder populista y exgloria del críquet local, Imrán
Khan, cuyo partido gobierna en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa -con capital
en Pesháwar- con un programa cercano a los sectores religiosos más
conservadores. Citado por medios locales, Khan se preguntó en público por qué
había tenido lugar el atentado en puertas de un proceso negociador y pidió que
la masacre "no fuera politizada".
Medios locales arremetieron ayer contra
la intención gubernamental de entablar diálogo con los autores de reiteradas
matanzas de civiles inocentes. "¿Algunos de nuestros políticos creen que
se puede hablar con esta gente (TTP)?", se pregunta el editorial del
Express Tribune. "El diálogo no puede funcionar", abundó en
declaraciones a Efe el analista y escritor Razá Rumi, director de uno los
principales centros de estudio político del país.
"La matanza del lunes y
el asesinato hace una semana de dos altos cargos del Ejército en el norte del
país muestran que los radicales no tienen ninguna intención de negociar, por lo
que un hipotético proceso de conversaciones no tiene ningún futuro",
razonó Rumi.