En la homilía por las celebraciones penitenciales de cuaresma, celebrada la tarde de este viernes en la Basílica de San Pedro, Francisco llamó a la responsabilidad social.
“Es fácil y equivocado creer que la vida depende de lo que se tiene, del éxito y de la admiración que se recibe, que la economía está hecha solamente de ganancia y de consumo, que los propios deseos individuales deben prevalecer por encima de la responabilidad social”, advirtió.
“Mirando solamente a nuestro yo, nos volvemos ciegos, apagados y replegados en nosotros mismos, carentes de alegría y de libertad”, subrayó el pontífice.
Afirmó que el Jubileo de la Misericordia, abierto en diciembre pasado, “es tiempo favorable para acoger la presencia de Dios, para experimentar su amor y regresar a Él con todo el corazón”.
El Papa exhortó a “ver nuevamente, luego de que nuestros pecados nos han hecho perder de vista el bien”.
“El pecado tiene este efecto: nos empobrece y nos aísla, es una ceguera del espíritu que impide ver lo esencial y fijar la mirada en el amor que da la vida, lo que conduce (…) a detenerse en lo superficial hasta volverse insensible a los otros y al bien”, dijo.
Por la tarde, el pontífice se arrodilló ante el confesor de la Basílica de San Pedro durante las tradicionales celebraciones penitenciales y recibió la absolución de un sacerdote antes de confesar él mismo a algunos jóvenes de la diócesis de Roma.
Antes del rito, el Papa llamó a los sacerdotes a buscar siempre la absolución de los fieles para no contribuir a “alejar a alguien de Jesús”.
“Nosotros hemos sido elegidos para crear el deseo de la conversión, para ser instrumentos que facilitan el encuentro, para tender la mano y absolver, haciendo visible la misericordia de Dios”, aseveró.
Francisco insistió en que los pastores de la Igleia están llamados a “escuchar el grito, quizá escondido, de quienes desean encontrar al Señor”.
Por eso llamó a los curas a revisar los comportamientos que “no ayudan a acercarse al Señor”, pues “nuestras rigideces pueden alejar de la ternura de Dios”.
Por la mañana, el Papa recibió en audiencia a los participantes en un curso de la Penitenciaria Apostólica, a quienes dijo que “la misericordia de Dios no llega detrás de un pago”, sino que llega gratuitamente a todos aquellos que la invocan y que la posibilidad del perdón “está abierta a todos”.
El pontífice pidió a los confesores no obstaculizar a quienes se dirigen a ellos para pedir misericordia y a mantener una conducta de fe “humilde y generosa” teniendo como único deseo “que cada fiel pueda experimentar el amor del Padre”.