En ese ático en Saint-Germain, París, Picasso tuvo por 19
años su taller
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Fragmento de el Guernica de Picasso. |
El taller donde nació el Guernica, en medio de controversia judicial
Por EFE
lunes 17 de junio de 2013, 06:09h
La
Justicia francesa se dispone a ver la demanda de expulsión contra una
asociación cultural que ocupa el histórico ático parisino donde Pablo Picasso
pintó el "Guernica" en 1937 y que su propietario quiere recuperar.
El
Tribunal de Gran Instancia de la capital examinará el 19 de junio la demanda de
expulsión contra la asociación cultural que utiliza el Ático de los
Grands-Augustins, cuyo uso quiere recuperar su propietario, la Cámara de
Ujieres de Justicia local. El ático tiene gran valor histórico, porque Pablo
Picasso (1881-1973) instaló allí su taller de 1936 a 1955; Jean-Louis Barrault
(1910-1994) vivió y fundó su primera compañía teatral y Honoré de Balzac situó
la acción de "Chef d'oeuvre inconnu" (1845).
Aragon, Artaud,
Bataille, Prévert, Cocteau, Marcel Carné, Robert Desnos, François Mauriac,
Sartre y Giraudoux, fueron algunas de las notables figuras que también
frecuentaron esa buhardilla del número 7 de la calle des Grands-Augustins, en
el corazón de Saint-Germain. En los últimos años, el barrio ha perdido buena
parte del carácter artístico y sociocultural que le animó hasta finales del
siglo XX, víctima de la especulación inmobiliaria.
Desde 2002, el Comité
Nacional para la Educación Artística (CNEA) ha organizado más de 700 talleres
pedagógicos, conciertos y actos de acceso gratuito en los Grands-Augustins,
según declaró a Efe su delegado general, Alain Casabona. Como constató entonces
un ujier, agregó, cuando el CNEA se instaló a título gratuito en el antiguo
taller del que Picasso fue expulsado en 1955, el lugar se encontraba en pésimo
estado. "Si se nos expulsa, nada le protegerá", añadió Casabona,
quien espera, no obstante, que las autoridades pongan en marcha un
procedimiento de urgencia para declararlo Monumento Histórico, como lo es su
fachada desde 1926.
Señaló, igualmente, que un miembro de la familia Picasso
cuyo nombre no puede facilitar está interesado en ocupar todo el inmueble, sin
oponerse a que el CNEA siga en su ático. Tal y como desea la asociación, que lo
renovó enteramente "sin dinero público, gracias al mecenazgo de 20
empresas" y a un acuerdo "ejemplar" hasta ahora con su
propietario desde 1925, la Cámara de Ujieres de Justicia de París, destacó Casabona.
En su apoyo cuenta con un comité animado por el presidente de la Academia de
Bellas Artes, Lucien Clergue; la actriz y realizadora Charlotte Rampling, los
ex ministros franceses Michel Rocard y Jacques Delors y el violinista Didier
Lockwood, entre otras personalidades.
El fotógrafo Lucien Clergue dijo a Efe
haber defendido la acción a favor de la educación artística del CNEA ante el
presidente francés, François Hollande, en una carta en que pedía asimismo la
protección de Monumento Histórico para el lugar. Hollande "me escribió que
había transmitido el dossier a la ministra de Cultura", quien se está
movilizando sobre el tema, añadió el académico y amigo personal de Picasso
durante los últimos 20 años de su vida.
Por su parte, la portavoz y consejera
en comunicación de la CHJP, Alexandra Romano, declaró a Efe que el CNEA no
ofrece acceso público, sino privado, a los 250 metros cuadrados en litigio,
situados en uno de los más bellos barrios de París. "No queda nada del
paso de Picasso por el ático, más allá del hecho de que estuvo allí", como
existen en París miles de callecillas, buhardillas y apartamentos por donde pasaron
grandes hombres, añadió.
Es un lugar privado, en el que no se defiende de
manera particular la memoria de Picasso, destacó Romano, quien negó que
estuviese en mal estado, sino simplemente desocupado, cuando llegó el CNEA, en
el marco de un convenio que -recalcó- terminó en 2010. Hace tres años que la
asociación debía haberse ido "y en lugar de dar las gracias está haciendo
esto", añadió. Según Romano, el primer objetivo de la Cámara es poner el
edificio de acuerdo con las normas de seguridad, "para obtener un mínimo
de rentabilidad" que permita mantener un edificio de 1.500 metros
cuadrados de fachada. "Nadie sabe lo que se hará después. No hay
destrucción masiva prevista".