Santo Domingo.- Muchas personas han dado una alarmante
interpretación, y ligera, al editorial del pasado 28/03/2014 de Diario Libre
referente a que "habrá PLD para rato" sin
percatarse la fina ironía con que fue escrito y al examinarse profundamente
pudiera conducir a lo contrario. Por las redes sociales las alarmas eran contrapuestas:
Unas temerosas del continuismo Peledeístas.
Otras abonando el
triunfalismo de Peledeístas que se han arrogado
la facultad de fabricar presidentes para gobernar según unos, 20 años, mientras
llegan a pronosticar 40. Pero la historia política reciente nos enseña que no
es la primera vez que una agrupación partidista dominicana se arroga la "sempiternidad"
de gobernar, todos fracasando en el intento.
Muchos reformistas resistían
y creyeron que el partido nunca saldría del poder; para lo cual se valieron de
diversos subterfugios. En 1970, a pesar que el continuismo reformista no estaba
en tela de juicio pues el PRD presidido por Bosch había abjurado a la democracia,
y los demás líderes y partidos no llegaron a concitar entusiasmo generalizado
en la población, incluyendo los propiciadores del cisma interno en el PR
encabezado por Augusto Lora; este
partido se preparó ante la eventualidad que la oposición se uniera y minara sus
bases, incluyendo la posibilidad de abstenerse de concurrir a las elecciones,
creando el Movimiento Nacional de la Juventud para enfrentar cualquier
contingencia que se presentare.
En 1974 ya el PRD había retomado el camino de
la democracia con la salida Bosch para formar el PLD concurriendo a las
elecciones a través de una maquinaria
electoral denominada "Acuerdo de Santiago" que lamentablemente se abstuvo de
participar en dichos comicios cediendo a las provocaciones militares afines al
gobierno; pero la habilidad reformista ya se había preparado para esta
posibilidad valiéndose e del Partido Democrático Popular del contralmirante(r)
Lajara Burgos para revestir de legalidad dichos comicios; obviamente sin alcanzar
legitimidad que solo fue posible por la posterior incorporación de opositores
al gobierno, incluyendo socialcristianos que luego se fusionaron con el
reformismo.
En 1978 los
resultados electorales le fueron claramente adversos al Partido Reformista,
pero los ánimos de quienes se resistían a la entrega del poder se exacerbaron e
incoaron diversos recursos que partieron de la suspensión violenta de conteos,
irrupción militar, recusación de funcionarios y otras argumentaciones y apelaciones jurídicas encabezadas
por el Dr. Marino V Castillo, hasta concluir con el llamado el "fallo
histórico" que impidió el control senatorial por parte de los triunfadores.
A raíz de este
triunfo del PRD, la resistencia reformista a perder dio paso a la creencia que
habría PRD para rato. Una anécdota personal ilustra esta creencia: En esas
elecciones de 1978 salió electo síndico de La Romana el Perredeísta
Jhonny Gil, hijo de Don Secundino Gil Morales, roble del PRD; a quien le
prestaba servicios profesionales auspiciados por Central Romana.
Sostenía el síndico amigo
que con la elección de Don Antonio Guzmán se abría un ciclo de presidentes del
PRD y pronosticaba una sucesión determinada, por lo menos por Jacobo Majluta,
Jorge Blanco, Vicente Sánchez Baret, Peña Gómez y Hatuey De Camps; es decir, seis
presidentes del PRD que cubrirían 24 años, situación comparable con aquellos Peledeístas
de hoy que consideran su partido como una fábrica de presidentes por 20 o 40
años.
Pero no todos los Peledeístas
se inscriben en esta euforia triunfalista, partiendo incluso, de las filas del
propio gobierno. Nos ha extrañado por ejemplo que las fotos publicadas durante
la suscripción del pacto educativo que puede interpretarse como el envío de
señales en sentido contrario a que "habrá PLD para rato".
En dichas fotos
aparece el Presidente Medina suscribiendo el pacto contentivo de recomendaciones
de largo plazo sobre cómo encarar nuestra situación educativa. No aparecen en
primer plano personeros de su gobierno ni de su partido, ni siquiera la
dirigencia de partidos no gubernamentales consumida en malquerencias; sino tres
dirigentes destacados, dos de ellos que han abanderado recientemente consignas
renovadoras dentro de sus respectivos partidos tradicionales Luis Abinader y Quique Antún junto a Hatuey De Camps presidente de un
partido emergente.
No debe extrañar que
en los mentideros políticos esta foto haya suscitado interrogantes y motivado
especulaciones que van desde un desliz en el protocolo palaciego, lo cual
resulta difícil de creer dentro de una corriente política partidaria gubernamental
que cuida mucho el montaje, ceremonial y los espectáculos; hasta la ubicación
deliberadamente programada de estos personajes para posar y provocar la toma en
el instante preciso por parte de fotógrafos de los medios presentes en el acto.
Y, por supuesto, no
han faltado quienes, queriendo minimizar el eventual descuido protocolar o
desactivar la creencia de que fue deliberado; atribuyan la composición
fotográfica a una simple coincidencia.