Todo parece indicar que existe un desconcierto en las
instancias de poder que está determinando un peligroso comportamiento
nacional caracterizado por la confusión, desconfianza y desgano.
Ejemplo de ello
constituyen las dos principales noticias de la sección económica del periódico Hoy
del pasado viernes 25/04/14. Una de ellas da cuentas de la advertencia
formulada por la Organización Para la Cooperación y Desarrollo (OCDE) al
Ministerio de Administración Pública
sobre el estado de "fragmentación y duplicación" que sufre la burocracia
nacional. La otra reseña que el Congreso Nacional discute una nueva
manifestación de fragmentación, la creación de una nueva oficina que se ocupa
de proveer semillas agropecuarias, siguiendo el parecer que cada ocurrencia debe
conducir a un nuevo ente burocrático.
La OCDE concluyó que
ésta fragmentación obstaculiza la prestación de servicios y genera una nómina
desproporcionada para nuestra fiscalidad y geo-economía provocadora de déficits
financiados con endeudamientos. En lugar
de avergonzarse por tener que endeudarse para financiar déficits generados por
gastos burocráticos, entre otros, las autoridades se enorgullecen anunciando la
colocación de bonos con el pretexto que obtuvieron condiciones financieras favorables en materia
de plazos e intereses.
Desconcierta la
infiltración de ilegalidades en los estamentos responsables de combatirlas como
es el caso de agentes del orden público, antinarcóticos y FFAA; Que autoridades
judiciales pasen a constituir objetivos de la delincuencia; Que nuestras FFAA
dediquen recursos para controlar emigración hacia USA faltándole para evitar
afluencia haitiana; Que ciudadanos se
dejen embaucar por espejismos financieros piramidales y que el ministerio
público excuse sus omisiones en faltas de denuncias cuando para mover la acción
pública basta el rumor.
La arbitrariedad es
otra manifestación del desconcierto. Observamos perplejos la drasticidad del
cierre de un establecimiento popular de servicios alimenticios por una deuda
fiscal de miles de pesos, mientras prosigue alegremente la evasión de miles de
millones de pesos que origina nuestra inadecuada estructura impositiva,
incluyendo la provocada por la informalidad inducida por las sucesivas reformas
fiscales multiplicadoras de tributos y tasas.
Confunde que el
Ministro de Salud permita publicarse fotos vacunando niños cuando el hospital
infantil almacena agua sucia que propaga vectores contagiosos que las autoridades
critican con propaganda masiva; Que el de Obras Publicas deje desmitificar sus
reconocibles ejecutorias por el fastidioso e inútil proceso de expedición de revistas
de vehículos de motor puesto que aún siguen circulando vehículos destartalados,
inseguros y expelentes de elementos contaminantes; Que funcionarios formulen propuestas al gobierno como si
estuvieran en la oposición; Que se construye una segunda línea del Metro cuando
la primera se desmorona; Que se emprenden espectaculares operativos
ostentosamente publicitados para cumplir con lo que ordinariamente debe
hacerse, como controlar vehículos ruidosos y a alta velocidad; Que se creen comisiones especiales como las de
cumplir la ética gubernamental consignada en la declaración jurada que cada
funcionario suscribió al tomar posesión y se firmen convenios entre
instituciones para cumplir lo que la ley le obliga.
El desconcierto no
solo se refleja en el gobierno central sino en organismos descentralizados: El
Ayuntamiento del Distrito Nacional gastó millones en iluminar espacios públicos
que ya disponían de luces mientras otros permanecen dentro de una oscuridad
tenebrosa que se presta delitos. Para la elección del rector de la UASD debió
primar el rigor académico-intelectual pero se escogió con la misma parafernalia
de un certamen político.
El desconcierto se
contagia entre poderes privados. Ejemplo de ello es que los poderes
empresariales y sindicales, hoy enfrascados en una discusión sobre supuestas
conquistas sociales para los que tienen trabajo sin llegar a los que no lo
tienen, parecen connivenciados en la administración del régimen de seguridad
social vigente sin comprender el riesgo que representa la inscripción de éste
sistema dentro de la especulación financiera predominante al margen de
propósitos sociales que inspiraron y esperanzaron su creación.
La
hora de detener estas acciones desconcertantes no debe postergarse so pena de
agravar el estado de confusión y desconfianza que padece la ciudadanía y
conducirla a un peligroso estado de desgano nacional inhibidor de los
imprescindibles esfuerzos de superación que todos debemos propugnar y practicar.