Nunca he
creído en las culpas absolutas, de ahí que me pregunte: ¿en dónde termina la
culpa de Luis Videgaray y comienza la del sector privado, la de los
contribuyentes cautivos y la de las cámaras de representación empresarial?
Una suma
gigantesca e incuantificable fue sustraída por una cáfila de bandidos llamados
gobernadores de las arcas los Estados de Coahuila, Nuevo León, Veracruz,
Tabasco, Aguascalientes, Chiapas, Oaxaca, Puebla y Michoacán, entre otros
tantos más, sin que hubiéramos asistido al menor acto de protesta por parte de
quienes se abrieron los intestinos para pagar sus impuestos. ¿No estaríamos
hablando de una sociedad alerta y aguerrida si ésta hubiera publicado al menos
desplegados denunciando las desviaciones ilícitas del ahorro de la nación? ¡Con
cuánto fervor patriótico y justiciero hubiéramos participado en marchas
callejeras para exigir la reclusión en cualquier prisión de los defraudadores
del tesoro nacional en un país de reprobados en el que existen 50 millones de
mexicanos sepultados en la miseria! ¿Quién no hubiera tomado la calle para
protestar por la sustracción cínica de sus haberes?
Videgaray
impone por medio de alianzas inentendibles y destructivas con el PRD,
acostumbrado a gobernar, con algunas excepciones, con recetas sacadas del bote
de la basura, una miscelánea fiscal y una ley de lavado de dinero que ha
provocado una notable parálisis de la economía nacional, cuyo temerario
estancamiento pretende superar con una derrama multibillonaria de gasto público
en buena parte financiada con deuda, ¡horror!, sin olvidar la probable
captación de inversiones extranjeras derivadas de la reforma petrolera.
El Secretario
de Hacienda, titular de una torpeza, de una ceguera y de una arrogancia y
soberbia incomparable con cualquiera de sus antecesores, víctima de un
narcisismo político devastador que padecemos ya casi todos los mexicanos, no
escucha a nadie ni siquiera cuando se vuelve a desplomar estrepitosamente el
crecimiento económico con todas sus consecuencias sociales. El país no crece,
la expansión empresarial no se produce, la creación de empleos productivos no
se da, los indicadores de consumo arrojan resultados alarmantes, la desazón por
las promesas incumplidas de campaña se traduce en un creciente pesimismo, en
tanto que las protestas del Consejo Coordinador Empresarial y otros organismos
representativos de la iniciativa privada, dominados por el Consejo de Hombres
de Negocios privado instalado en una insultante riqueza y privado de la menor
sensibilidad social reduce sus protestas a la lectura de discursos y palabras y
más palabras que una autoridad sorda ignora mientras hace dibujitos infantiles
al conocer la queja ciudadana.
Señores del
CCE: piensen en México, sacúdanse al consejo troglodita de hombres de negocios
aliado con el gobierno, abandonen los discursos, uno más inútil que el otro y
propongan un "Día sin empresas", de modo que en señal de protesta ciudadana y
para mostrar unión y fortaleza cívica nadie abra sus negocios, por ejemplo, un
día de julio. ¿El gobierno no le teme a la parálisis? Pues que los
contribuyentes demuestren por la vía de los hechos en donde radica el verdadero
poder. ¡Bajen las cortinas un solo día y ya veremos si Peña Nieto continúa
ignorando a quien lo eligió...!
@fmartinmoreno