El ritmo de crecimiento del tipo de cambio se aceleró muy por encima de lo usual, situación que no se corresponde con los volúmenes transados de compra y venta de divisas, los cuales se mantienen en los niveles habituales para nuestro mercado en los meses analizados, destacándose, como indicamos, los aumentos en las tasas de compra y venta.
El Banco Central de la República Dominicana, con la
finalidad de orientar a la opinión pública y a los agentes económicos en
general, frente a algunas declaraciones en torno al comportamiento del mercado
cambiario y el impacto que tendrían las recientes medidas adoptadas por
la Junta Monetaria, ha considerado necesario formular a continuación algunas
precisiones aclaratorias de interés general.
Si bien es cierto, como se ha
señalado, que por razones estacionales en períodos de principio de año y en los
meses de agosto y septiembre se producen movimientos alcistas en la tasa de
cambio, ocasionados principalmente por la reposición de inventarios y
repatriación de utilidades, se precisa destacar que en base a las estadísticas
que disponemos del mercado cambiario, se evidencia que en el presente año el
comportamiento de dicha tasa fue atípico, en comparación con la tendencia que
usualmente ha mostrado el mercado cambiario, para iguales períodos de años
anteriores.
A manera de ejemplo, se puede apreciar
claramente que mientras el incremento en la tasa de cambio en los primeros dos
meses[1] de los años 2011-2014 con respecto al
último día de diciembre del año inmediatamente anterior, era de apenas 11, 20,
40 y 32 puntos, respectivamente, para un promedio de ese período de 25.8
puntos; en el caso que nos ocupa, es decir, en enero y febrero del presente
2015, la variación se elevó a 63 puntos, más que duplicando el promedio indicado
de años anteriores, mientras el mercado continuaba una tendencia alcista en la
que se realizaron operaciones que alcanzaron hasta RD$45.18/US$, representando
incrementos superiores a 82 puntos con respecto a la tasa de RD$44.36/US$
registrada al cierre de diciembre de 2014.
Evidentemente, el ritmo de crecimiento
del tipo de cambio se aceleró muy por encima de lo usual, situación que no se
corresponde con los volúmenes transados de compra y venta de divisas, los
cuales se mantienen en los niveles habituales para nuestro mercado en los meses
analizados, destacándose, como indicamos, los aumentos en las tasas de compra y
venta.
En definitiva queda claro, que los
movimientos en el tipo de cambio para inicios de 2015 no obedecían únicamente a
factores estacionales, por lo que se ameritaba que las Autoridades
Monetarias adoptaran medidas preventivas y oportunas, tendentes a garantizar el
cumplimiento de la meta de inflación proyectada en el Programa Monetario del
2015.
Entre los factores no estacionales que
explican los movimientos más bruscos del tipo de cambio de principios de año,
se ha observado una marcada competencia entre los intermediarios financieros y
cambiarios, en su propósito de captar clientes generadores de divisas, lo cual
es un elemento adicional que ha incidido en el aumento del nivel de la tasa de
cambio observada.
Por demás, las actuales condiciones
económicas, caracterizadas por un entorno internacional favorable para nuestra
balanza de pagos vía la reducción de los precios del petróleo y un mejor
desempeño de los sectores generadores de divisas, así como la inexistencia de
condiciones monetarias y fiscales adversas, revelan que los movimientos
experimentados en la tasa no son consistentes con el entorno macroeconómico
prevaleciente, ni con la estacionalidad habitual para estos meses.
Adicionalmente, el hecho de que la
práctica internacional de los bancos centrales en manejo de política cambiaria
indique que cuando los incrementos del tipo de cambio superen determinados
parámetros prefijados por los países, en función de la caracterización y tamaño
de sus mercados cambiarios, se contempla la aplicación de reglas de
intervención en los mismos, acompañadas de medidas monetarias, tales como las
recientemente adoptadas por el Banco Central, las cuales son consistentes con las
implementadas por otros países en situaciones similares.
Por otro lado, en lo que concierne
a la medida relativa al aumento de un 2% del encaje legal de depósitos en
moneda nacional, que representaría una desmonetización en torno a unos
RD$14,200 millones para todo el sistema financiero, cabe destacar que la misma
se corresponde con el objetivo de mantener los niveles de liquidez óptima
que requiere la economía dominicana en esta coyuntura, con fines de garantizar
el cumplimiento del objetivo de inflación y la estabilidad.
En cuanto a los efectos colaterales que
el referido incremento del encaje legal pudiese tener sobre las tasas de
interés, previamente analizados con detenimiento por los técnicos del Banco Central, se entiende que dada la poca
representatividad que tiene dicho aumento con respecto al pasivo sujeto a
encaje, y la experiencia obtenida en ocasiones anteriores, el incremento en las
tasas de interés pudiera ser de muy poca significación, ya que lo importante es
sopesar el balance de riesgos y determinar cuáles serían los costos
más perjudiciales para la población. Eso es precisamente lo que hace el BancoCentral cuando actúa oportunamente con las
herramientas que tiene a su disposición.
Debe recordarse que cuando se liberó el
encaje legal en mayo del 2013 en unos RD$20,000 millones, lo cual representaba
una reducción de dicho requerimiento en torno a un 3.3% del pasivo sujeto a
encaje, las tasas de interés apenas se redujeron en alrededor de 2.16
puntos porcentuales por un corto período de tiempo, por lo que un incremento del encaje en
una menor proporción (de 2%) a la establecida en aquella oportunidad (3.3%), no
tendría por qué traducirse en un incremento relevante de las tasas de interés
en los momentos actuales, el cual, en todo caso, pudiese ser transitorio
dependiendo de las condiciones internas y externas que prevalezcan en la
economía.
Por todas las razones antes expuestas,
queda evidenciado que las medidas recientemente adoptadas, lejos de representar
una sobre reacción injustificada o de introducir efectos no deseados,
constituyen acciones necesarias y oportunas para poder garantizar la
estabilidad macroeconómica, contribuir a lograr el objetivo de inflación del Banco Central y evitar aumentos en los precios que
impacten negativamente a los sectores de menores ingresos y a los menos
favorecidos.
Finalmente, el Banco Central ratifica su compromiso de implementar la
política monetaria orientada al logro de su meta de inflación, a la vez que
seguirá monitoreando la evolución del entorno internacional y la coyuntura
doméstica, a fin de adoptar las medidas necesarias ante riesgos sobre la
estabilidad de precios y el buen funcionamiento de los sistemas financiero y de pagos.