El año fílmico dominicano se despide, dejando tras si una docena de títulos que pasan ahora a la historia reciente de la industria, aportando una enseñanza indudable: hay que seguir aprendiendo, asimilando experiencias, reforzando, sobre todo, los conceptos de los que se parte, mediante guiones completos, coherentes, impredecibles y cargados de belleza, sorpresa y valores humanos estimulantes.