Cincuenta años después, cuando ya no pude postergar por más tiempo la decisión de escribir unos cuentos de familia, retomé algunos sueños, vivencias y fantasías de la época. Escribí para rescatar la memoria del pasado y sobrevivir a mi propio espanto. No sospeché que el espíritu benéfico de mi propia abuela protegería estas páginas, acompañándolas en su tránsito por el mundo”. Isabel Allende.