Aprovechando que tiene superávit de kilovatios hora (está importándola a países vecinos), Alemania ha optado por no aprobar un impuesto del carbón y cerrar unas cinco plantas de carbón de 2,7GW de capacidad para así poder alcanzar sus objetivos climáticos para 2020, lo que supondrá reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) un 40 por ciento con respecto a 1990.